lunes, 10 de enero de 2011

UN CUENTO ABSURDO

Sucedió que un día me encontré un reloj que marcaba las horas hacia atrás.
Desde aquel momento, cambió mi vida. Miraba el reloj con una cierta reticencia, con miedo, con nostalgia y con un poco de respeto. Revivir ciertos momentos era muy especial pero tener que volver a pasar por otros (inolvidables por cierto) me producía espanto.
Un día ideé la forma de deshacerme de él.
Me fuí a un estanque, al estanque del Retiro más concretamente, y con mucho disimulo lo tiré al agua. Se sumergió sin burbujas, muy tontamente, y ví su brillo apagado en el fondo del lago con la esfera boca abajo. Me había librado de él y no podía creerlo.
Emprendí el camino a casa. Esta vez el tiempo transcurría como antes de que el maldito reloj hubiera caido en mis manos. Lo que vivía, por fin, no lo había vivido porque caminaba hacia el futuro y eso me hacía estar alerta en el presente, Aquello era estupendo porque la incertidumbre me mantenía con los cinco sentidos bien despiertos.
Luego me dió por pensar que un pez se tragaría el reloj y que un buen dia (como en aquel cuento tradicional) el reloj aparecería en las tripas de un pescado bien servido en mi propia mesa...
Aquella desazón me quito las ganas de comer pescado para siempre jamás.

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